PROYECTO DE LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL

LAS COOPERATIVAS NO SON MONOPOLIOS

El Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual difundido marca un punto de inflexión significante en la comunicación de nuestro país. Dicho proyecto viene a sustituir un modelo de comunicación nefasto heredado de la dictadura, remplazándolo por una herramienta pluralista que habrá de facilitar el acceso a los medios de comunicación por parte de los diferentes actores sociales. Ahora bien, el cooperativismo tiene el derecho y la obligación de aclarar que es imperdonable error ético y político por parte de las autoridades considerar al cooperativismo como un monopolio, ya que desde su creación son sustancialmente antagónicos, y esto tiene que quedar bien claro, de lo contrario, desde el comienzo estaremos incurriendo en errores no de interpretación, sino en manipulaciones políticas e intereses una ves mas implícitos en el texto de la ley.

A mas de 25 años de gestación democrática, es decir de la recuperación de las instituciones como fuente de organización social, continuó hasta ahora un modelo de comunicación propuesta, o mejor dicho impuesto, por los intereses compartidos de los medios de comunicación masivo y la nefasta dictadura militar, pero que hasta el momento ningún gobierno democrático sucesivo había demostrado en la práctica, un proceso de transformación de la LEY de Radiodifusión.Es así que con la construcción colectiva de un nuevo proyecto de Comunicación Audiovisual, la Argentina se prepara para debatir y consensuar que modelo de comunicación queremos.
En líneas generales, resulta grato la posibilidad de que las cooperativas y otras organizaciones de la economía social sean sujetos de prestación y/o admisión de servicios de comunicación audiovisual, vedada por la dictadura y restrictivamente habilitada por la ley 26.053.
Ahora bien, pero en el texto de la ley, hay cuestiones políticas y fundamentalmente semánticas que el movimiento cooperativo tiene que seguir dispuesto a dar pelea, porque hay todavía un tratamiento promiscuo en cuanto a los distintos tipos de prestadores del servicio, ya que como sostiene el Dr. Edgardo Forn, del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), dicha ley, aún hoy “no reconoce las diferencias sustanciales que emanan de la naturaleza de cada tipo, sobre todo en el caso particular de las cooperativas, amenaza con prolongar arbitrariamente la exclusión de las entidades que se desea incorporar. Esta exclusión debe ser corregida, porque así lo exige la participación democrática y el espíritu mismo del proyecto”.
En consecuencia, si bien resulta saludable, como se menciona mas arriba, la apertura de la admisión de organizaciones sociales al manejo de los medios de comunicación, es sumamente contradictorio tratar de naturalizar rasgos inherentes a las cooperativas de concentración monopólica, y como sostiene Forn “las cooperativas de servicios expresan la agrupación de los consumidores y usuarios de bienes y servicios que se organizan democráticamente para tener acceso a los mismos, mediante la ejecución de actos cooperativos regulados por el artículo 4º y concordantes de la ley 20.337. Nada hay mas ajeno ni contrario las prácticas monopólicas que la realización de los actos cooperativos”.Esto tiene que ver con la inaceptabilidad por parte del movimiento cooperativo, de mal interpretarlo como un monopolio, ya que es imposible concebir concentración, entre quienes son asociados y solo así dueños, y usuarios de los bienes y servicios afectados a la prestación.
En lo que respecta a las cooperativas en los lineamientos generales de la programación, estos serán producto del debate y consenso del conjunto de los asociados, mientras que en el caso de los verdaderos monopolios, como sostiene Forn “guiarán sus decisiones por su propio interés (lucrativo o ideológico), a cuyos propósitos queda subordinada la demanda de los usuarios como receptores pasivos de los contenidos difundidos”.
En cuanto a las tarifas de los servicios, la ley 20.337 obliga a las cooperativas a prestarlos a costo, reembolsando a los usuarios asociados los importes percibidos en exceso, mientras que en las empresas monopólicas o no, sus dueños se apropian “naturalmente” de los importes recibidos en exceso del costo, razón que hace y se constituye en su ganancia y motivo fundamental y protagónico de sus actividad.
Por eso, las cooperativas y los monopolios son ancestralmente antagónicos, y esto tiene que quedar bien claro en el texto de la ley y para el resto de la sociedad, por eso como sostiene Forn “ es imposible atribuir a una de esas formas los atributos de la otra (… ), a los efectos de la norma concreta, es menester tomar en cuenta que resultan inaplicables a las cooperativas y a sus asociados la fijación de topes máximos de asociados a atender (…), debe asegurarse a las cooperativas el derecho irrestricto a prestar a sus asociados, sin restricciones ni cortapisas, todos los servicios, incluso los de comunicación audiovisual; y correlativamente, debe asegurarse el derecho de los asociados de las cooperativas a recibir todos los servicios, sin limitaciones ni cortapisas de ninguna naturaleza”.
Es también de primordial importancia sostener desde el sector cooperativo, o mejor dicho desde el conjunto de la ciudadanía, de considerar a los servicios de comunicación audiovisual no como actividades de servicios de interés social, sino directamente como de servicios públicos, necesarios de regular y controlar por el Estado.
En definitiva, los cooperativistas le damos la bienvenida a un hecho histórico como es la transformación plural y federal de dicha ley, pero la historia nos demuestra que esta será una batalla titánica y por eso es obligatoria la necesidad de generar conciencia sobre el tratamiento dispensado a las cooperativas. El tren dicen que pasa una sola ves, y es el momento de tomarlo pero decidiendo su recorrido y destino, no sea cosa que tengamos que esperar luego, otros 25 años para corregir lo que no supimos construir en el momento oportuno. Para esto, el movimiento cooperativo, sea cual fuere su sector, más que nunca necesita actuar corporativamente. Debemos saber aprovechar y usar las herramientas del enemigo, ya que nuestros cimientos son sólidos, pluralistas y asociativos.

FECOOTRA-FABIAN SILVEIRA